Confesionario reutilizado

El inicio de la Guerra Civil, tras el fracaso del golpe del 18 de julio de 1936, propició un doble fenómeno que se desarrolló en ambas retaguardias. Mientras que del lado sublevado se realizaba un fuerte proceso de recatolización, en el resto del país, salvo en el País Vasco, ocurría lo contrario respecto de la secularización. No hablamos de la destrucción del patrimonio religioso, sino de la supresión del culto y de la consiguiente transformación en el uso de sus espacios y objetos. Hubo iglesias y ermitas reutilizadas como cuarteles, comedores, talleres, cárceles, mercados de abastos, graneros o cines. Incluso podían llegar a combinarse varios de ellos al mismo tiempo. 

Del mismo modo, los objetos y mobiliario que en ellas se encontraban también recibieron nuevas funciones, diferentes de aquellas para las que fueron elaborados. 

En la imagen se puede observar el ejemplo de un confesionario que fue reutilizado para practicar labores de control en la carretera de unión entre Madrid y Valencia. En ella nos encontramos con la figura de un miliciano que posa dentro de un confesionario en el que puede observarse que han sido pintadas en él las iniciales de la Unión General de Trabajadores (UGT) y de la Federación Anarquista Ibérica (FAI), y el lema Uníos Hermanos Proletarios (UHP). No es el único ejemplo, pues también podemos encontrar otra imagen en la que dos guardias de asalto lo utilizaron con el mismo fin.

Para poder explicar el porqué de la reutilización de estos confesionarios para realizar labores de vigilancia en la carretera deberíamos centrar nuestra atención en dos elementos: por un lado, su morfología y, por otro, su uso original. En cuanto al primero de ellos, garita y confesionario guardan similitudes morfológicas y tipológicas. Se tratan de espacios pequeños, que pueden tener forma cuadrangular, con una única entrada y, en ocasiones, ventanas y pueden estar hechos en madera. En segundo lugar, ambos elementos son utilizados para ejercer labores de vigilancia. Mientras que el primero de ellos se utiliza para vigilar tanto a la población, ya sea en el mundo urbano o rural, como edificios o carreteras y caminos, desde el segundo se ejerce esta labor respecto al comportamiento y moralidad de los fieles, en este caso por parte del sacerdote.

AGG