El micrófono de Queipo de Llano
Repository: Museo del Ejército, Toledo, Spain
Creator: Unión Radió S.A.
Repository: Colección de instrumentos y equipos
Date Created: 1930
Type: Microphone
Extent: 1 item
Geographic Region: Sevilla, Spain
37.38863, -5.99534
Este objeto elegante, de 58 centímetros de altura y hecho de metal, baquelita y cuerda perteneció a la Unión Radio de Sevilla. Simboliza la extendida y letal represión que se desató en los lugares que cayeron bajo el control de los rebeldes
.
Poco antes de que sonaran las 9 de la noche del 18 de julio de 1936, el General Gonzalo Queipo de Llano, que acababa de convertirse en el comandante militar rebelde en el sur de España, se sentó detrás de este micrófono de Unión Radio Sevilla para dar el primero de lo que serían una serie de casi seiscientos espeluznantes discursos de 15 a 20 minutos. Con el objetivo de convencer a sus seguidores de la barbaridad republicana, y al mismo tiempo aterrorizar al enemigo, el programa de radio de Queipo de Llano se lanzaría cada noche a las 10.30 hasta el 1 de febrero de 1938.
El escritor británico Gerald Brenan los escuchaba desde Málaga, donde vivía, y los describió como “repletas de anécdotas groseras, chistes, insultos, cosas absurdas, todo extraordinariamente vivo y colorista, pero estremecedor cuando nos dábamos cuenta de las ejecuciones”. El 23 de julio, en una de los más escandalosas y controvertidas arengas, Queipo de Llano amenazó a las mujeres republicanas con su violación en masa: “Nuestros valientes Legionarios y Regulares han demostrado a los rojos cobardes lo que significa ser hombres de verdad. Y a la vez a sus mujeres. Esto es totalmente justificado porque estas comunistas y anarquistas predican el amor libre. Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricones. No se van a librar por mucho que berreen y pataleen.”
Los terribles discursos de Queipo de Llano eran un reflejo de la represión que caracterizó el oeste de Andalucía desde el alzamiento. El 18 de julio, Queipo dio a sus tropas y los simpatizantes civiles carta blanca para ejecutar a todo aquel que se resistiera. La conquista de la ciudad de Sevilla incluyó el uso de mujeres y niños como escudos humanos para facilitar el asalto de los soldados rebeldes a los barrios de los trabajadores, así como el bombardeo de los barrios de La Macarena y Triana. A esto siguió la prohibición de cualquier muestra pública de duelo por las víctimas. El número total de muertos en Sevilla ascendió al menos a 3.000.
Esta represión se extendió mucho más allá del territorio bajo el mando de Queipo de Llano. Cuando los rebeldes conquistaban un lugar, desde una ciudad importante como Sevilla hasta los pueblos de una región conservadora y católica como Burgos, la Nueva España que estaban construyendo nacía en un mar de sangre. Muchas personas fueron asesinadas por unidades militares y milicias carlistas y falangistas sin ningún juicio. El mejor cálculo de los asesinados en la retaguardia durante la guerra y en los años inmediatamente después es de 130.199. Los restos de muchas decenas de miles de personas siguen en fosas comunes. En la zona republicana se mató a 49.272 personas.