Fotografía de la mujer del guerrillero Eulogio de la Torre
Source:
Archivo Intermedio Militar Noroeste
Type: Photograph
Extent: 1 item
43.51564, -7.02884
El guerrillero Eulogio de la Torre llevaba esta fotografía de su esposa en el interior de la chaqueta. Fue hallada por los guardias civiles que lo ejecutaron en el monte.
En buena parte de las resistencias armadas europeas como la griega o la yugoslava las mujeres no solo actuaron como colaboradoras, también se integraron en los movimientos realizando labores asistenciales y actuando incluso como combatientes, aunque este último extremo fue mucho menos corriente. Al igual que ocurrió en estos casos, la resistencia republicana española también se caracterizó por la división de cometidos y responsabilidades según el sexo de los resistentes.
El Partido Comunista de España siguió la línea que había marcado desde la Guerra Civil y utilizó una imagen viril del guerrillero, mientras que apeló a los instintos maternales cuando hacía referencia a las mujeres. Por ello, estas pasaron a ser una base esencial de las redes de colaboración en tareas auxiliares, permitiendo así la supervivencia de la guerrilla antifranquista, ya que aquéllas conformaron nada menos que el 50% del total de enlaces de la guerrilla. Miles de mujeres figuraron entre los aproximadamente 20.000 detenidos en la postguerra por ayudar o encubrir a guerrilleros. Solo en las provincias de Almería, Granada y Málaga, mientras que se estima el número total de guerrilleros en unos 700, la Guardia Civil identificó a unas 3.000 mujeres en tareas de apoyo. Por el contrario, el total de mujeres partisanas en los años cuarenta apenas llegó al centenar.
En regiones como Galicia, Andalucía o Asturias hubo presencia femenina en las partidas guerrilleras ya desde 1936. Solían ser mujeres que contaban con una reseñable trayectoria militante, de manera que no solo se vieron obligadas a escapar por su condición de esposas, madres o hijas de uno o más guerrilleros, sino por ser miedo a ser asesinadas, encarceladas o violadas.
De hecho, la violencia sexuada comenzó con la guerra y no cesó durante muchos años. Tras la victoria franquista, las mujeres vivieron una represión doble, o incluso triple. Aquellas que habían decidido tomar partido fueron castigadas por “rojas”, pero también por haber cuestionado los roles de género dominantes, traicionando su naturaleza femenina al escapar de su papel natural de madres y esposas. También fueron represaliadas en tanto que familiares de “rojos” o de “mujeres, hijas o hermanas de guerrilleros”, siendo perseguidas, agredidas, encarceladas y asesinadas para castigar a los hombres, y también sirviendo como arma de guerra en tanto que rehenes de la dictadura. El número de víctimas femeninas de malos tratos y abusos por su conexión real o imaginada con la guerrilla no se ha podido estimar.
AFP