Autoridades militares visitando el Campamento del Frente de Juventudes en Orio, Guipúzcoa, 1944
Acabada la Guerra Civil, la dictadura franquista emprendió una de las labores fundamentales para la construcción del Nuevo Estado: el control de la infancia y de la juventud a través de la educación. A este fin creó el Frente de Juventudes (FFJJ).
El comienzo de la Guerra Civil dio lugar a la aparición, casi por generación espontánea, de la Organización Juvenil (OJ) falangista. No obstante, habría que esperar hasta el 6 de diciembre de 1940 para que se promulgara la Ley fundacional del Frente de Juventudes. Esta sería la piedra angular de la política de juventud española durante la postguerra y aún en algunas décadas más. A lo largo de toda la posguerra, el porcentaje de encuadrados osciló entre el 10.5% de la juventud en 1943 y el 31.4% en 1953.
Los afiliados fueron clasificados en tres categorías: Pelayos, para los niños de entre siete y diez años, Flechas, los adolescentes de diez a diecisiete años y los Cadetes, con jóvenes de diecisiete a diecinueve años. Estos afiliados eran encuadrados en la organización en unidades orgánicamente similares a las de encuadramiento militar (escuadras, pelotones, falange, centuria, bandera y, finalmente, legión).
Un vehículo para conseguir afiliados fue la escuela. Desde la Ley del Frente de Juventudes se exigía un alto entendimiento entre el FFJJ y los centros escolares. A esto habría que añadir la cooptación preferente de maestros nacionales –además de médicos y sacerdotes– como delegados y asesores locales de la delegación y la propia orden de 16 de octubre de 1941 del Ministerio de Educación Nacional por la que quedaban establecidas “las disciplinas de Educación Política, Física y Deportiva, conforme a las normas y programas que dicte periódicamente la Delegación Nacional del Frente de Juventudes”. Una orden que también establecía que esas asignaturas serían impartidas por “Instructores designados por el Frente de Juventudes”.
Finalmente, la ropa era una forma poderosa de regulación y reglamentación social. Los uniformes eran el atuendo elegido por el Frente de Juventudes para distinguir y jerarquizar a sus afiliados, como muestra la fotografía. Además, no debemos olvidar el uso de los colores, las telas, las distinciones y honores que establecían jerarquías y distinciones entre unos y otros, que pretendía, además, militarizar a los niños y jóvenes. El uniforme del Frente de Juventudes ofrecía al niño una guía a seguir para modelar su vida e identidad.
ORB