Jose Luis Rasero
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Soy Jose Luis Rasero, 68 años, nieto de Ramón Rasero Buitrago (Almagro, Ciudad Real, 1890), combatiente por el bando republicano, y mediante este escrito quiero honrar su memoria y la de mi padre, Emilio Rasero Tarazona (Guadalajara, 15-12-1920), alistado en 1938.
Mi abuelo Ramón, padre con ocho hijos, era de profesión carpintero ebanista, encargado de carrocerías en la fábrica Hispano-Suiza de Guadalajara, y mi abuela tenía un taller de costura. El mayor de los hermanos iba a estudiar Arquitectura y mi padre Delineación cuando estalló la Guerra Civil en 1936.
Militante de UGT desde 1910, al producirse el levantamiento militar mi abuelo Ramón, sus hermanos José y Arquelao y su hijo mayor Enrique – esta fotografía, en que se ven a Ramón y Enrique, estaba en mi casa del archivo familiar de mi padre – se unieron a la causa de la República, incorporándose a la Columna Perea, 38 Brigada, con grado de sargento. En agosto de 1936 ascendió a teniente y en 1937 capitán de Intendencia de la 175 Brigada.
Finalizada la Guerra Civil, el 19-4-1939 aparecieron publicadas en el diario ABC, las “detenciones de sujetos acusados de asesinados y robos”, que en el caso de mi abuelo era por ser “capitán rojo”. Tenía 49 años y fue condenado en un juicio sumarísimo a la pena de muerte el 11-5-1939 por adhesión a la rebelión, conmutada por 30 años de reclusión. En febrero de 1944 volvió a ser condenado a muerte por una causa de denuncia falsa, igualmente conmutada a la pena de 30 años. Desde entonces pasó muchas calamidades por las diversas cárceles de Burgos y Madrid, hasta el 19-3-1946 en que salió en libertad provisional, para morir meses después de un cáncer.
Mi tío Enrique, teniente y combatiente en la Batalla del Ebro, se exiliaría en Francia en 1939, donde rehízo su vida. Mi padre sería obligado a hacer la mili hasta 1945 en Melilla. En mi familia la Guerra Civil se vivió como un tabú, ya que, por parte de mi padre, las penurias de la postguerra fueron de un sufrimiento increíble, con mi abuelo en la cárcel y mi abuela con ocho hijos y privada de la cartilla de racionamiento, y en la familia de mi madre había miembros del bando nacional, algo muy común en esa época y motivo por el cual se callaban muchas opiniones. Mi abuelo materno, Eustasio Morillas, sargento de la policía municipal de Madrid, permaneció neutral durante la Guerra Civil y trasladó a toda su familia a un pueblo de Cuenca, con buen criterio y una mentalidad distinta a mi abuelo Ramón Rasero.
Por todo lo explicado, quiero realizar un homenaje a la memoria de mi abuelo Ramón Rasero y toda su familia, que renunciando a una buena posición social, lucharon por defender ideales democráticos en unos años muy difíciles para toda la sociedad española.






