El subcampo de Gusen
Source:
United States Holocaust Memorial Museum
Date Created: 1945-05
Extent: 1 item
48.28593, 14.46396
Durante los meses finales de 1939 se creó en Mauthausen un nuevo kommando de trabajo destinado a la construcción de lo que se convirtió en el primer subcampo de Mauthausen. El proceso de creación del nuevo recinto llevó aparejada una doble tortura. Al castigo de tener que trabajar en la construcción del nuevo campo se sumaba la circunstancia de que, hasta marzo de 1940, no existieron en Gusen ningún tipo de estructuras habitacionales para los presos. Durante más de seis meses, los aproximadamente 400 prisioneros inicialmente seleccionados tuvieron que desplazarse a pie diariamente desde la cantera de Mauthausen hasta el emplazamiento del nuevo campo que estaban construyendo a cinco kilómetros de distancia. Tal sería el tormento que, de las 1.770 muertes que se registraron entre los meses de diciembre y abril en el campo principal, la mayoría se produjeron en Gusen.
Sus primeros habitantes fueron 1.300 austriacos, alemanes y polacos, aunque el anexo no se declaró oficialmente operativo hasta el 25 de mayo de 1940, cuando 1.084 polacos enemigos del Reich fueron trasladados a este campo específico para su “reeducación” como mano de obra. Gusen convirtió a Mauthausen en el primero de los campos-cantera en contar con su propio subcampo, lo que situaba una vez más al lager austriaco en una perspectiva única e incomparable que lo catapultaría a la cabeza de la producción de roca granítica por parte de las SS.
Los desdichados que tuvieron la mala fortuna de ser condenados a sufrir en esta nueva sima del dolor en la que las posibilidades de escapar con vida eran aún más remotas que en Mauthausen. La propia condición y la procedencia de los presos garantizaban su suplicio. A los criminales y asociales habituales continuó sumándose una mayoría de población polaca procedente de las bolsas de resistencia que aún pervivían en el país. Su naturaleza los situaba irremediablemente entre los escalafones de individuos más odiados por sus captores. El día 1 de junio, Gusen se cobró sus primeras dos víctimas, con las que inauguraría el registro oficial de fallecidos, que en menos de 14 días superó en número al de Mauthausen en sus primeros seis meses de existencia.
El trabajo en las canteras resultaba, con diferencia, el más penoso de todos y nodifería en absoluto del campo principal más que en la ausencia de la escalera. Por lo demás, la pauta era igualmente macabra: trabajar hasta la extenuación cargando rocas de hasta 50 kilos. Los muertos para finales de junio de 1941 superaban la espantosa cifra de 1.664. Un cuarto de todos ellos eran españoles. El trágico balance no paraba de crecer y sumaría otros 853 nuevos fallecidos a comienzos de septiembre. El invierno se acercaba de nuevo y la situación no podía hacer otra cosa que empeorar.
Especialmente duros resultaron los meses de noviembre y diciembre, en los que las ratios de mortalidad se dispararon a cotas inimaginables hasta producir un global de 5.570 muertes, el 40 por 100 de las cuales tuvo lugar en esos dos últimos meses del año. La tragedia española acaecida precisamente durante esos últimos meses de 1941 sería en buena parte responsable de ello, hasta el punto de que, de los 2.906 españoles que perecieron en el complejo de Mauthausen durante ese año, 1.612 lo hicieron en Gusen solo durante los últimos meses del otoño. En ningún otro momento se produjeron más muertes de españoles que en ese periodo, alcanzando un pico máximo en noviembre con 889 fallecidos. GGB