Marineros del Jaime I sublevados
Repository: The International Center of Photography, New York City, USA
Creator: Taro, Gerda, 1910-1937
Repository: The Robert Capa and Cornell Capa Archive
Source:
Reference Code
Accession No. 2002.1.10
Date Created: 1937-02
Type: Photographs
Extent: 1 item
Geographic Region: Almería, Spain
36.84142, -2.46281
A diferencia de la oficialidad del Ejército de Tierra y de Aviación, que dividieron sus lealtades, la inmensa mayoría de los mandos de la Armada secundaron el golpe de julio de 1936. Esto provocó una situación dramática en los barcos pues entre los suboficiales y las tripulaciones, reclutadas entre pescadores y otras gentes modestas, dominaban las ideas izquierdistas. En general, cuando a los barcos les sorprendió el golpe en la mar o se hicieron de inmediato a ella, los oficiales rebeldes fueron arrestados por la marinería y a menudo ejecutados (los republicanos asesinaron a 314 oficiales del Cuerpo General y 41 de otros cuerpos de la Armada). Estos hechos fueron particularmente numerosos y cruentos en la base de Cartagena, a donde llegó el acorazado Jaime I procedente del Cantábrico en agosto. Por el contrario, cuando los barcos estaban atracados o en dique seco en un puerto rebelde, después de ser abordados y reducidas de forma violenta sus tripulaciones, estos quedaron en manos de las fuerzas antigubernamentales, que enseguida comenzaron su propia labor represiva. Los rebeldes asesinaron a ocho oficiales del Cuerpo general, incluyendo dos almirantes que permanecieron fieles al Gobierno, y a 146 otras clases de tropa, en su mayoría en la base de El Ferrol. La represión franquista continuó después de la guerra, cebándose especialmente entre los marinos repatriados desde Bizerta (Túnez), donde se refugió la flota leal poco antes de la derrota final de la República.
A menudo se ha señalado que la República consiguió retener a la mayoría de la flota pero que los rebeldes hicieron un mucho mejor uso de sus buques. Este análisis debe ser matizado.
España en 1936 tenía una Armada de tercera categoría, o peor. Los buques eran pocos y a menudo estaban atrasados tecnológicamente. De parte de la República quedaron la mayoría de los cruceros, destructores y submarinos, y es evidente que la ejecución de la oficialidad afectó la capacidad operativa de los buques, sobre todo fuera del Mediterráneo donde carecían de bases. Pero la ventaja inicial de la República fue nivelada muy pronto por la puesta a flote por los rebeldes de dos modernos cruceros, Canarias y Baleares, que estaban siendo terminados cuando empezó el conflicto. Esto, unido al apoyo a veces táctico pero otras veces directo de las marinas alemana e italiana, y a su supremacía aérea durante casi toda la guerra, limitó mucho la acción y eficacia de los republicanos (el mismo Jaime I fue repetidamente bombardeado desde el aire) y favoreció la agresividad franquista que consiguió a menudo bloquear los puertos leales.
Pero es que además, los franquistas perdieron dos unidades mayores en operaciones de combate, el acorazado España y el Baleares, mientras que la República perdió unidades menores y el Jaime I. Pero esta pérdida se produjo por una explosión interna el 17 de junio de 1937 cuando el buque estaba siendo reparado en Cartagena. Nunca se ha demostrado con certeza qué causó la detonación que mató a unos 300 marinos.