Hambre y miseria
Creator: Molina, Juan
Contributor: Federación Anarquista Ibérica (FAI)
Source:
Hemeroteca digital Biblioteca Nacional de España,
https://hemerotecadigital.bne.es/hd/viewer?oid=0026399551&page=7
Date Created: 1933-06
Extent: 1 item
41.38289, 2.17743
“Hambre y Miseria” es el título de este artículo escrito por Juan Molina en el semanario anarquista Tierra y Libertad en 1933. En él hacía una airada crítica a la situación de los campesinos en España, la estructura de la propiedad y los terratenientes. Unas diatribas que también dirigía al gobierno republicano, al que consideraba responsable de esta situación por la moderación de sus reformas.
España era un país eminentemente agrario en la década de 1930 y la cuestión agraria era una cuestión que había generado mucha tensión tanto en el siglo XIX como en el nuevo siglo. La estructura de la propiedad marcaba las diferencias entre norte y sur, con pequeños y medianos propietarios en el norte frente a los grandes latifundios del sur. Una estructura que había sido consolidada por las desamortizaciones, tanto eclesiásticas como civiles. El reconocimiento de la propiedad privada, junto con la delimitación de tierras, empujó a muchos campesinos a la proletarización. Los sucesivos gobiernos, incluidos los del Sexenio Democrático, no dieron respuesta a esta situación e, incluso, la intensificaron. Ante la falta de respuestas y la crisis finisecular, que agravó la situación, comenzó a extenderse entre los campesinos y jornaleros un republicanismo casi mesiánico que acabó derivando en anarquismo.
La llegada de la Segunda República fue un momento de esperanza para muchos jornaleros y campesinos y para los sindicatos agrarios en general. Pero el ritmo de reformas no satisfizo a ninguno. Con la creación del Instituto de Reforma Agraria y la promulgación de la Ley de Bases de Reforma Agraria, del 15 de septiembre de 1932, la República trató de llevar a cabo un nuevo reparto de tierras desde el principio, lo que creó preocupación entre terratenientes y pequeños propietarios y, a la vez, sensación de lentitud en aquellos campesinos sin tierras. Esta impresión de que tampoco entonces se solucionaban los problemas se vio acrecentada con la llegada del gobierno radical-cedista al poder, que derogó parte de esas reformas, lo que conllevó un empeoramiento de las condiciones de vida. En 1934 la Federación de Trabajadores de la Tierra convocó una huelga que fue duramente reprimida, con cerca de 10.000 detenciones, sindicatos clausurados y ayuntamientos intervenidos.
Aunque tras la victoria del Frente Popular la cuestión agraria volvió a ser retomada, el estallido de la guerra impidió continuar las reformas, lo que dejó sin resolver los problemas del campo.
FMP