Una Delegación española visita Manchukuo
La invasión japonesa de las regiones del Noreste de China (que, en la China republicana recibían los nombres de Fengtian, Heilongjiang, Rehel, Jilin) y el establecimiento del estado títere de Manchukuo en 1932 tuvo un gran impacto mundial. En España estos lejanos hechos tuvieron mucha influencia los primeros años de la Segunda República y la prensa de la época se dividió entre los conservadores como el ABC, que apoyaron a Japón, y otros, como El Liberal, que criticaron la intervención militar japonesa que había dado origen al estado títere de Manchukuo.
Esta política de hechos consumados significaba una afrenta a los tratados de paz internacionales acordados tras el fin de la Primera Guerra Mundial y las organizaciones internacionales que velaban por su cumplimiento, sobre todo, la Sociedad de Naciones. En esta organización radicada en Ginebra, el diplomático español Salvador de Madariaga tuvo un papel relevante como defensor de la soberanía china y el cumplimiento de los tratados internacionales, frente a la política pasiva de las grandes potencias y el desprecio de Japón, que abandonó la institución en 1933. Por su defensa de la soberanía china, Madariaga obtuvo el mote de “El Quijote de Manchuria”
Si la causa del nacionalismo chino tuvo buena acogida entre las clases liberales y republicanas españolas, el militarismo japonés fue una fuente de inspiración para algunos de los participantes del golpe de estado de julio de 1936. La generalización de la guerra entre China y Japón un año más tarde acercó todavía más las posiciones entre ambas fuerzas hasta el punto que Manchukuo y la España franquista se reconocieron mutuamente como estados cuando ambos eran prácticamente organizaciones parias a nivel internacional.
Este reconocimiento que tuvo lugar en diciembre de 1937, sin embargo, no estuvo acompañado de un intercambio diplomático sustancial, en parte por las circunstancias de la guerra y, en parte, porque se trató de un acto más simbólico, sin que hubiera un interés práctico en desarrollar las relaciones bilaterales.
El embajador de España en Manchukuo estaba representado por el embajador de España en Tokio, Santiago Méndez de Vigo. Éste, dos años después del reconocimiento entre ambos territorios, organizó una visita de una Misión Económica Española, donde se reunió con el primer ministro de Manchukuo, Zhang Jinghui, el jefe de estado y último emperador de la dinastía Qing, Pu Yi, y, en última instancia, con los militares japoneses que tenían las riendas del poder.
CBB