Exhumaciones, Cementerio de San Fernando, Sevilla
Creator: Sevilla. Ayuntamiento
Contributor: Sociedad de Ciencias Aranzadi, San Sebastián, Spain
Date Created: 2020-01 to 2023-02
Type: Human remains (Archaeology)
Extent: 1 item
Geographic Region: Cementerio de San Fernando, Sevilla
37.4158, -5.9825
Miles de cráneos y huesos, empaquetados con cuidado en cajas de plástico, llenaban la pequeña habitación hasta casi el techo.
Esta verdadera cámara de los horrores es el resultado de tres años de Trabajos meticulosos en los que se sacaron 7.000 cráneos, fémures y otros huesos; los restos de 1.786 personas extraídos de una de las mayores fosas comunes de España, conocida como Pico Reja.
Sobre una mesa había dos calaveras, horadadas por dos orificios de bala perfectos.
Detrás de estos artefactos terribles están las historias de los condenados a muerte por estar en el bando equivocado de la Guerra Civil Española.
Unos apoyaban al Gobierno republicano que fue derrocado por la rebelión que, en el caso de Sevilla, comandó el siniestro general Gonzalo Quiepo de Llano. Otros eran niños que murieron de hambre porque sus familias eran de izquierdas.
En las cajas hay cerebros humanos, preservados durante más de ochenta años desde que fueron silenciados por un tiro, y huesos de los niños que perecieron de malnutrición.
Pero ni siquiera esta es la fosa común más grande que nos han dejado los horrores perpetrados durante la Guerra Civil. Mayor aún es el tesoro del dolor que se encuentra en Málaga donde se descubrieron los restos de 2.800 personas.
Otras fosas esparcidas por toda España contienen los cadáveres de los asesinados por los llamados nacionalistas. Ambos bandos cometieron atrocidades. Los historiadores creen que unas 114.000 personas fueron arrojadas a estas tumbas improvisadas en todo el país. La fosas comunes de los vencedores en la guerra, los mal denominados Nacionales, fueron exhumadas después del conflicto, mientras que los restos de las víctimas republicanas en su mayoría yacen aún en fosas comunes y zanjas.
Pico Reja es una fosa de dos metros de profundidad en la esquina de un cementerio situada no lejos de lápidas extravagantes dedicadas a toreros, bailaores flamencos y, en un caso, “Al Hijo del Rey Gitano”.
En contraste entre quienes yacen bajo esas lápidas y los huesos amontonados en Pico Reja es enorme. Aquellas hablan de la dignidad y el respeto por los muertos; la otra nos dice que los restos de estas personas fueron arrojados sin pensarlo mucho, como si fuesen animales.
Ana Sánchez espera encontrar los restos de dos tíos que pueden estar en la fosa. Antonio y Ramón Sánchez Moreno tenían 26 y 20 años respectivamente cuando los mataron después de una farsa de juicio al comienzo de la rebelión fascista de 1936. Antonio nunca pudo conocer a su bebé.
Como decenas de otras personas, Sánchez ha dado una muestra de su ADN con la esperanza de que coincida con los restos de alguno de sus tíos como parte de un proyecto organizado por el Ayuntamiento de Sevilla, la Universidad de Granada y la Sociedad de Ciencias Aranzadi. “Lo que queremos es justicia. Queremos que mis tíos tengan un día una tumba digna”, dice.
Sus tíos pueden estar en Pico Reja o en otra fosa común que aún no ha sido excavada. El monumento, que está al lado, debería estar inaugurado a finales de 2023. Pero en la España de hoy la política sigue estando acosada por los fantasmas del pasado. El Partido Popular de Sevilla ha dicho que, si gana las próximas elecciones en mayo, puede dejar de costear nuevas excavaciones. De igual manera, si gana las elecciones generales de diciembre de 2023, ha prometido abrogar la Ley de Memoria Democrática creada por el Gobierno liderado por los socialistas. Esta ley contempla la provisión de fondos públicos para la creación un banco nacional de ADN que ayude a identificar a las víctimas de Franco.